lunes, 9 de abril de 2012

De Chacal de Nahueltoro a rico viñatero

Metamorfosis del último Chile


La idea surge en el cruce de imágenes entre José del Carmen Valenzuela Torres con Fernando Ruiz-Tagle, ambos personajes representados por el actor Nelson Villagra. Parece que es posible reconstruir el Chile de las últimas generaciones poniendo en contraste estas imágenes que nos arroja la tv nocturna. Y es que no es fácil, y para muchos casi imposible, adivinar sólo con el rostro del actor; se cae en cuenta en los créditos que en efecto y para sorpresa y admiración de muchos ese elegante señor de pelo y barba canosos es el mismo borracho bruto de la clásica película de Miguel Littín (1969).

Pero la cuestión es hacer el juego más allá de las apariencias y estirarlo hasta establecer un juicio crítico al punto de revelar la metamorfosis de este país que muchos, y cada vez más, cuestionan. La gente parece estar enojada con Chile. Hay un malestar que se ha venido dando de a poco y que ya trasciende los espacios de la crítica tradicional. La tele es mala, la política y los políticos sobre todo son malos. Los chilenos somos violentos, pesados, clasistas, homofóbicos, racistas y prepotentes, consumistas, desmemoriados, aparatosos, chantas y charchas. Se escucha en todas partes que hay una rabia de la gente con la gente. De uno con uno mismo. De muchos chilenos contra otros muchos chilenos que no quieren ser ellos pero que, paradojalmente, también lo son. Ninguno está libre de esta colectividad identitaria llamada nación chilena. La idea es asumir el conflicto para recién superar eso que pareciera carcomernos.

Todo esto responde a fin de cuentas con un Chile que ha cambiado, que ya no es el de antes. Ese de blanco y negro que desapareció en septiembre del 73. De ahí para acá todo se vino haciendo distinto. Se modernizó. Y no sólo con la dictadura de Pinochet es que este país ha sido víctima de una transformación cuya principal pérdida es el carácter humano como costo de ese proceso modernizador. La fraternidad de una nación respetuosa de sus raíces, el Chile de tierra, de vecinos amables, de gente sencilla e inteligente ha dado paso al tipo violento o al compadre buena onda por carretero, no por sí mismo sino por lo otro, aquello que de alguna manera nos liga indirecta y a veces espuriamente con el pasado semirural, semiurbano. Ese que aparece vívidamente en la película de El Chacal de Nahueltoro. Un Chile sin duda menos chacal que el de ahora. La Concertación en sus distintos tiempos también hizo los propio, y en aumento. La cuota se rebasa con Bachelet y termina configurándose y legitimándose definitivamente como el peor de todos los Chiles: el de Piñera. Discriminación, violencia extrema, corrupción, estafas millonarias, pésima educación, profes malos, universidades privadas peores...

Por eso que la ocurrencia salta a la vista una vez que nos damos cuenta que Ruiz-Tagle es el mismísimo asesino de Chillán, de una época que hoy resurge pero sólo en forma pintoresca, reducida a un simplón folclorismo, donde cabe todo lo histórico y socialmente anterior a los años setenta. El cambio de ese Chile entrañable es el que, consciente o inconscientemente, se nos presenta por medio de la magistral actuación de este legendario actor ausente por años de este país...